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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
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Muchos empiezan ahora sus días de vacaciones. El descanso se convierte en el término más utilizado aun sabiendo que otros muchos no tienen ni trabajo estable para todo el año. ¡Cuánta diferencia producimos en el seno de nuestra sociedad!. En cualquier caso me siento obligado en esta última glosa del curso a desear un buen descanso para todos. Y también invitaros a la reflexión.
Es una costumbre muy arraigada, sobre todo entre los jóvenes, asistir e introducirse en este tiempo veraniego en el dinamismo que se vive en calles y plazas con motivo de las fiestas. En Lleida y otras poblaciones ya empezaron en el mes de mayo.
Parece imposible para el ser humano prescindir de la fiesta. Por muchos problemas y carencias que soporte nuestra sociedad el hombre necesita exteriorizar sus sentimientos de celebración y alegría en comunidad. Periódicamente nos encontramos para manifestar nuestro contento por un acontecimiento familiar o para recordar y vivir un hecho de nuestra sociedad. Y esto lo podemos compatibilizar con la solidaridad con otras gentes ante dramáticos sucesos o tragedias irreparables. Una cosa no quita la otra. Como también podemos decir que el ser humano desarrolla un trabajo determinado como cooperador necesario para dominar la creación. O es un ser que piensa, que reza, que se relaciona con inmensa ternura o con la pretensión de dominio y destrucción de los otros. Todas las facetas son susceptibles de ser vividas. Y de forma simultánea.
En el caso de la fiesta, recogiendo nuestras tradiciones y nuestra fe, los cristianos necesitamos celebrarla con la mirada puesta en Dios, Padre de todos, para que nos ayude a descubrir la trascendencia de la alegría compartida con los hermanos. También en esos momentos queremos que el mensaje de Jesucristo invada nuestro corazón y nuestra alegría sea completa. Una alegría que no proviene del ruido exterior en forma de cantos, música o gritos, sino del diálogo, del encuentro, de la acogida, de la hospitalidad y del saber compartir. La calidad cristiana de las personas se nota cuando saben priorizar lo fundamental y posponen lo accesorio. Todo ello con el estilo del Evangelio que potencia la dignidad y la igualdad del ser humano.
Además de las vacaciones veraniegas hay fiestas en muchos pueblos que son dedicadas a la Virgen María o a determinados santos. Son los patronos de cada población cuya intercesión piden sus habitantes. El componente festivo se una a la experiencia religiosa cristiana. Ambos sentimientos, si son vividos de una manera equilibrada, manifiestan diversión individual y cercanía compartida con los semejantes. No caigamos en el egoísmo y busquemos la solidaridad. No nos conformemos con el ruido externo y tratemos de llegar al interior de los corazones.
Os animo a que acerquéis vuestra mente a la trayectoria vital de vuestros patronos. Os darán auténticas lecciones de humanidad y de divinidad. Podréis aprender la austeridad de vida, la humildad en el trato, la fortaleza en la fe, el partir la capa y todos nuestros bienes con los demás, el servicio o diaconía a los más necesitados, la búsqueda sincera de la verdad.
Que el descanso del verano os reporte nuevos estímulos para afrontar otro período más o menos rutinario de la vida
Pido a Dios que sepáis vivir bien vuestras fiestas. Con seguridad nos darán muchas alegrías pero también nos proporcionarán elementos importantes para querer, aceptar y acoger a los demás creando una profunda y extensa fraternidad.    

       +Salvador, obispo de Lleida.