Siguiendo la programación del año 2016, la Hospitalidad de la Virgen de Lourdes de nuestra diócesis, al llegar el día 30 de junio y hasta el 3 de julio, ha llevado a cabo la esperada peregrinación a Lourdes.

La peregrinación a Lourdes es la meta central del programa anual de la Hospitalidad.

A lo largo del año las actividades que desarrollamos son diversas: Salida de Pascua, salida de Navidad, Eucaristías mensuales cada 11 de mes para reunirnos recordando la fiesta de la Virgen de Lourdes, reuniones y charlas, cursos de formación, la celebración del día de Lourdes con Eucaristía y rosario de antorchas en la catedral, etc. Pero siempre la actividad fuerte de nuestra Hospitalidad es la peregrinación a Lourdes.

En la Hospitalidad, con nuestras actividades, tenemos como finalidad entrar y profundizar en el espíritu fraternal evangélico; nuestras actividades y acciones quieren ser una invitación, a todos, a "probar", a saborear y profundizar en el espíritu fraternal que acerca el cielo y la tierra.

Si con todas nuestras actividades tenemos la esperanza y el deseo de aportar nuestros granitos de arena, personales y comunitarios, para hacer un mundo mejor, porque el Reino de Dios se deje entrever entre nosotros mediante el amor fraternal que procuramos y deseamos, no hay duda de que la peregrinación a Lourdes es el "gran" acto nuestro.

Vamos a Lourdes con personas con capacidades físicas, psíquicas, anímicas ... y de todo tipo, limitadas, y vamos apoyados por grupos de voluntarios, y otros peregrinos, que hacen servicios a quien tiene alguna limitación y la suplen con su acción generosa.

Pero no creamos que sólo los voluntarios dan un servicio a los demás, curiosamente, de esta generosidad hacia los que tienen limitaciones, nos resulta una "especie de servicio" de los más incapacitados hacia los que les sirven para que, estos, los que hacen de voluntarios , acaban disfrutando de la satisfacción que da el hecho de servir.

En conjunto, pues, se establece un gozoso flujo, entre los voluntarios que ayudan y los ayudados, un flujo de servicio fraternal, en el que todo servimos a todos y conformamos una gran familia al amparo de nuestra Madre, la Virgen, que nos estimula y ayuda a hacernos cada vez más parecidos a su Hijo mayor, Jesús, al sumergirnos en el amor fraternal que nos rodea, don de Dios, de la Virgen y de los demás.

Ir a Lourdes en la peregrinación, según lo hemos mostrado, es una gran alegría, es la gran ocasión para alimentarse de este espíritu fraternal, para vivirlo con profundidad y para tomar la determinación de trasladarlo, en la medida posible a cada uno, en la misma vida cotidiana para ayudar, desde nuestra pequeñez apoyada en la grandeza de Dios, que es Amor, a hacer un mundo más santo y mejor.

En Lourdes, participamos de manera voluntaria en los actos litúrgicos programados: recibimos sacramentos como la reconciliación, la eucaristía, la unción de los enfermos; participamos en la procesión del Santísimo y bendición de los enfermos, en la procesión de antorchas; tenemos reuniones y encuentros de reflexión y de organización; hacemos actos lúdicos como la fiesta de los enfermos y la de los voluntarios; tenemos incluso algún momento, muy poquito, de tiempo libre para actividades más personales sean espirituales o materiales; comemos, charlamos, reímos, cantamos, dormimos, rezamos ... pero el hecho peculiar que da entidad y sentido a nuestro peregrinaje es el "como" procuramos hacer todo esto: con el más intenso espíritu fraternal que nos permite "probar" a Dios que es Amor y anhelar degustarlo siempre y más.

 

Ramón Mª Reig Masana