El Papa Francisco ha realizado en Estrasburgo un histórico discurso ante la asamblea más importante de Europa, el Parlamento Europeo, en el cual ha pedido a los políticos e instituciones del viejo continente que dejen de lado las

cuestiones burocráticas, técnicas y económicas y que retomen el proyecto de los fundadores de la Unión: "trabajar juntos para superar las divisiones y favorecer la paz y la comunión entre los pueblos” (vídeo resumen). "En el centro de este ambicioso proyecto político se encontraba la confianza en el hombre, no tanto como ciudadano o sujeto económico, sino en el hombre como persona dotada de una dignidad trascendente”, dijo el Papa Francisco.

Su Santidad puso como ejemplos de atentados a la dignidad cuando las personas no pueden expresar sus ideas o profesar su fe, cuando el poder es más fuerte que la ley, las discriminaciones de género, o cuando falta comida o trabajo.

Afirmó que la dignidad humana es trascendente porque está por encima de cualquier interés. "Deseo afirmar la centralidad de la persona humana, que de otro modo estaría en manos de las modas y poderes del momento”.

Como parlamentarios representantes de 28 países, El Papa Francisco les recordó que tienen la grave responsabilidad de custodiar la democracia, al servicio de las personas. "Mantener viva la realidad de las democracias es un reto de este momento histórico, evitando que su fuerza real – fuerza política expresiva de los pueblos – sea desplazada ante las presiones de intereses multinacionales no universales, que las hacen más débiles y las trasforman en sistemas uniformadores de poder financiero al servicio de imperios desconocidos. Éste es un reto que hoy la historia nos ofrece”.

El Papa pidió a los políticos que apuesten por construir y que no sólo gestionen. Dijo que no basta sólo reconocer la dignidad humana sino favorecer el desarrollo de las personas ayudando a las familias, apostando por la educación, cuidando el medioambiente y la vida, y ayudando a los refugiados. "Queridos Eurodiputados, ha llegado la hora de construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía, sino a la sacralidad de la persona humana, de los valores inalienables”, dijo.

El Pontífice acabó el discurso y los parlamentarios respondieron con una larga ovación en pié, un gesto muy poco habitual en este Parlamento de 751 eurodiputados que representa a más de 500 millones de personas de sensibilidades muy distintas.