Mn. Gerard Soler, delegado de Liturgia y Espiritualidad del Obispado de Lleida, nos continúa explicando la estructura de los laudes y las vísperas en una nueva colaboración semanal de la sección Liturgia Viva.

A continuación, podéis leer la colaboración o descargarla del documento adjunto.

DOMINGO XX tiempo durante el año (B)

(Domingo del III discurso eucarístico)

Estructura de los Laudes y las Vísperas (5)

m) Pertenece al sacerdote o diácono

          "Pertenece al sacerdote o diácono que preside, desde su sede, el dar comienzo al Oficio con la invocación inicial, invitar a recitar el Padrenuestro, decir la oración conclusiva, saludar al pueblo, bendecirlo y despedirlo" (OGLH 256).

          "Puede recitar las preces el sacerdote o el ministro" (OGLH 257).

          "Si no estuvieran presentes el presbítero o el diácono, el que preside el Oficio es solamente uno entre iguales; no sube al presbiterio y no saluda ni bendice al pueblo" (OGLH 258).

n) El oficio de lector

          "Quienes desempeñen el oficio de lector recitarán de pie en un lugar adecuado, las lecturas, tanto las largas como las breves" (OGLH 259).

ñ) Incienso

          "Mientras se profiere el cántico evangélico, en los Laudes matutinos y Vísperas se puede incensar el altar y, a continuación también al sacerdote y al pueblo" (OGLH 261).

o) Bendición final

          "Si es el sacerdote o diácono el que preside, despide al pueblo con el saludo "El Señor esté con vosotros", y con la bendición, lo mismo que en la Misa, diciendo a continuación: "Podéis ir en paz", "Demos gracias a Dios". No siendo así la celebración finaliza con "El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna", "Amén" (OGLH 54).

          Los Laudes y las Vísperas son las Horas más importantes del Oficio divino, por eso la reforma litúrgica y el esfuerzo pastoral no debería cejar hasta hacer que el pueblo santo de Dios recupere esta plegaria que le es propia. Los Laudes y las Vísperas adquieren toda su dimensión eclesial y litúrgica, cuando son celebradas por una comunidad presidida por su pastor.

4. El silencio sagrado

          "Como se ha de procurar de un modo general que en las acciones litúrgicas "se guarde asimismo, a su debido tiempo, un silencio sagrado" (SC 30), también se ha de dar cabida al silencio en la Liturgia de las Horas" (OGLH 201).

          "Por lo tanto, según la oportunidad y la prudencia, para lograr la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo en los corazones y para unir más estrechamente la oración personal con la Palabra de Dios y la voz pública de la Iglesia, es lícito dejar un espacio de silencio o después de cada Salmo, una vez repetida su antífona, según la costumbre tradicional, sobre todo si después del silencio se añade la oración sálmica; o después de las lecturas tanto breves, como largas.

          Se ha de evitar, sin embargo, que el silencio introducido sea tal que deforme la estructura del Oficio o resulte molesto o fatigoso para los participantes" (OGLH 202).

          "Cuando la recitación haya de ser hecha por uno solo, se concede mayor libertad para hacer una pausa en la meditación de alguna fórmula que suscite sentimientos espirituales, sin que por eso el Oficio pierda su valor público" (OGLH 203).

Mn. Gerardo Soler

Liturgia viva. Liturgia de las Horas, 16-8-15

 

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