Como ya es habitual desde hace veinte y siete años, los integrantes de la Hospitalidad de la Virgen de Lourdes de la Diócesis de Lleida hemos realizado la peregrinación anual a Lourdes, con la voluntad de reunirnos alrededor de nuestra Madre para vivir con intensidad nuestro compromiso de vida fraternal y de servicio.
Ha tenido lugar la 27 ª peregrinación a Lourdes y hemos estado acompañados y presididos por nuestro obispo Joan Piris.


El jueves día 28 de junio, de buena mañana, un poco después de las seis, nos hemos encontrado el Campo de Deportes para iniciar el viaje, con el objetivo de llegar a comer a Lourdes.
Después de comer, hemos hecho un primer paso por la gruta, ante los pies de la Madre, para presentarnos ante ella y ponernos bajo su protección. Desde la gruta hemos ido al otro lado del río para hacer el vía crucis, preparado con mucho cuidado por el grupo de jóvenes de la peregrinación; con el vía crucis, contemplando el camino de Jesús hacia su entrega total en la cruz, nos hemos preparado para nuestra conversión y para la celebración del sacramento de la penitencia y de la Eucaristía en la iglesia de Santa Bernardet; con este espíritu de conversión y de celebración comunitaria nos hemos adentrado en nuestro compromiso fraternal y de servicio, siempre bajo la ayuda y protección de la Madre.
Por la noche, después de cenar, una reunión de todos los voluntarios nos ha servido para organizar las futuras actividades, intentando asegurar que todo se hiciera con la coordinación y alegría necesaria para que nuestra vivencia fraternal en Lourdes fuera todo la intensa y fructífera que deseamos.
El viernes, hemos tenido la celebración de la Eucaristía en la Gruta, en la intimidad con la Virgen, siempre presente, y en la vivencia comunitaria extendida hacia nuestros hermanos de las hospitalidades de Barcelona y Tortosa, que nos han acompañado en dicha celebración. Ha estado presidida por nuestros obispos de Lleida y Tortosa.
Después, la fotografía de grupo, ante la explanada del santuario, para poder tener un recuerdo de todos los integrantes de la peregrinación.
Por la tarde, en la capilla de Notre Dame, con la fiesta del enfermo, hemos intensificado nuestra compenetración y fraternidad mediante actos lúdicos y testimoniales, que nos han acercado más unos a otros.
Después de cenar, el grupo de jóvenes se han reunido con nuestro obispo Joan para recibir de él orientaciones pastorales que les ayudara a una vivencia profunda de la peregrinación. Al mismo tiempo, los responsables de los diferentes servicios de la peregrinación se han reunido para asegurar una mejor coordinación y realización de los actos y actividades.
El sábado, los peregrinos que lo han deseado han podido seguir el vía crucis por la montaña; otros han ido a hacer un rito de purificación en las piscinas y otros, con todo el grupo de jóvenes, han visitado las cuevas de Betharram.
A continuación, Eucaristía en la iglesia de Santa Bernardet, y luego, un encuentro de todos los enfermos con el Sr. Obispo, de quien han recibido un recuerdo de la peregrinación y del año dedicado al rosario: una bolsita con un cálido rosario de madera.
Después de comer, por la tarde, un segundo paso por la gruta para mantener el espíritu de intimidad con la Virgen; después, participación en la Procesión Eucarística, presidida por nuestro Sr. Obispo. Con la bendición de los enfermos y nuestro ofrecimiento de las contrariedades que conlleva la vida, hemos quedado confortados por el Señor.
Por la noche, después de cenar, con la participación en el rosario de antorchas hemos vivido de manera especial la comunión universal de la Iglesia y de la humanidad, comunión expresada con las oraciones y cantos, dichas en todas las lenguas, incluida la nuestra.
Después de la Procesión Mariana o rosario de antorchas, que este año se ha celebrado bajo una notable lluvia, todos los voluntarios nos hemos reunido para celebrar intensificar el espíritu fraternal, agradeciendo las aportaciones de todos, en especial los más jóvenes y de quienes, por primera vez, se han añadido a nuestra familia.
El domingo, participación en la Misa Internacional, acompañados de todas las hospitalidades y grupos presentes en Lourdes venidos de todo el mundo. De nuevo, gran momento de vivencia comunitaria y universal de la Iglesia.
Hacia medio día, hemos salido de Lourdes camino del Valle de Arán, donde hemos comido juntos.
De nuevo,  esta peregrinación ha sido la gran ocasión para vivir una intensa experiencia de servicio y fraternidad, bajo el amparo de la Madre que nos ha reunido "llamándonos" de las más diversas maneras: a través de los amigos, parientes, tradición de año en año, etc... Ahora nos queda trasladar la vida fraternal, experimentada en Lourdes, a nuestra vida cotidiana, a nuestras comunidades,  a nuestro entorno... y esperar que el año siguiente podamos repetir esta experiencia intensa que nos alimenta como humanos y como cristianos.
Ramón María Reig Masana